El arte de la fotografía posee el don de poder transfigurar la realidad que nos circunda para proponernos una visión insólita de los entornos que teníamos por cotidianos.
   Carlos Ramírez de Arellano domina –aquí lo demuestra– las nuevas técnicas fotográficas, jugando con pericia con las luces, los ángulos, la velocidad de disparo y los virados de color, para ofrecernos una exposición de paisajes urbanos de su ciudad, vistos bajo una mirada nueva y unas perspectivas muy diferentes a las que están acostumbrados nuestros ojos. Y así, esas calles de Madrid, que hemos visto mil veces, es como si las viéramos por primera vez, transformadas, impregnadas de una extraña luminosidad y envueltas en un inquietante halo de misterio.
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