Todo ser humano que contempla el mar –y siempre se contempla con el asombro de la primera vez– lo siente infinito y desconocido, preñado de misterios, abierto a todas las rutas y todos los azares.
   El fotógrafo Albert Pamies nos ofrece en esta exposición un llamativo reportaje fotográfico en torno al mar, sus paisajes y sus gentes, donde se muestran, entre otras, imágenes del duro faenar de los pescadores de un rincón del Mediterráneo.
   Sus fotografías desprenden olor a salitre, a pescado, a arenas de playa, a puerto de mar. Cuando las examinamos creemos oír el chillido de las gaviotas, el runrún de los motores de los barcos pesqueros, el fragor de las olas al chocar contra las rocas.
   Es el mar, el eterno mar, sin cesar renaciente, del que surgió la vida en la Tierra. Y puesto que todos los mares son el mar, éste es también el mar de Simbad, el mar de Robinson Crusoe, el mar de Moby Dick. El uno y múltiple mar, donde todas las aventuras son posibles.
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